Cuenta la leyenda que en el año de 1790, Juan de Dios Tamayo, el entonces párroco de Pocsi, intentó trasladar la pequeña imagen de la Virgen hacia otro poblado y no pudo ni siquiera moverla, porque pareció que su peso se había multiplicado hasta ese extremo. Este hecho, al que todos consideran un milagro, se propagó por la región y hoy, una multitud de peregrinos converge desde la blanca ciudad de Arequipa, hasta el santuario de Chapi, para rendir devoción a la Virgen, recorriendo aproximamente 45 kms., en una caminata nocturna, que dura más de 12 horas, para llegar al desértico paraje sitado a 2,420 m.s.n.m.En el trayecto, los peregrinos se van proveyendo de piedras de distinto tamaño, que luego colocarán, formando las llamadas "apachetas", a un lado del camino en los poblados de Tres Cruces, Alto de Hornilla y Siete Toldos. Estas pequeñas pirámides de piedra, simbolizan el cansancio y los pecados que los devotos van dejando atrás.
Infinidad de luces, producidas por los cirios que cada devoto lleva, se divisan con el fondo del contraste natural de la noche. Terminada la obscuridad y al retornar un nuevo día, la Virgen saldrá en procesión y será llevada sobre alfombras de flores, preparadas especialmente para la ocasión. Al final del día, junto al santuario, los castillos de fuegos artificiales, llenarán de algarabía a los asistentes, quienes podrán además disfrutar de apetitosas vianas y reconfortantes bebidas.
Sus festividades se celebran el 2 de febrero; Día de la Purificación o Candelaria. Sin embargo, sus fieles, han escogido el 1º de mayo, fecha en que se da inicio al mes dedicado a María, al igual que el 8 de setiembre, fiesta de su Natividad. Su actual Santuario, construido sobre un área de 1700 m², en un desolado paraje de los Andes, a 2,420 m.s.n.m., se terminó en 1967. Su estructura es de sillar, ladrillo y cemento armado, con un estilo neo-colonial y su altar barroco enchapado en pan de oro. Su antiguos templos habían sido destruidos en varias oportunidades por violentos sismos y voraces incendios. El 2 de febrero de 1985, el Santo Padre Juan Pablo II, coronó canónicamente a la Virgen de Chapi y al Niño Jesús que sostiene en sus brazos; para lo cual la imagen tuvo que ser transportada en un helicóptero desde su santuario hasta la ciudad de Arequipa.
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