domingo, 7 de mayo de 2017


LEYENDA DE OROVILCA
Un nuboso atardecer, castigado por una persistente paraca, un apuesto mozuelo, montado en un brioso caballo blanco llegó todo jadeante el cálido valle iqueño. En el corto recorrido que hizo para conocer las bondades de esta tierra, llegó a conocer a una hermosa doncella llamada Florinda, hija única de Domitila Pinillos, famosa bruja que poseía grandioso poder mágico.
Al pasar frente a su morada quedó fascinado ante la extraordinaria belleza de la joven y con una cortesana hidalguía logra impactar sus ardientes deseos en el corazón de la tierna mujer.
Breve fue el diálogo con ella, pues, Domitila, pronto llegaría a casa y entonces todo sería tinieblas.
Después de este prometedor encuentro, contando segundo que le parecían siglos, pasó el misterioso galán varios días sin ver a su amada.
Domitila, enterada de la presencia de este extraño personaje en la comarca, trató por todos los medios de ocultar a su engreída hija, no quería que tenga contacto alguno con foráneos. El celo por su estirpe hechicera era tan grande, así como también por el valioso tesoro que en su hija guardaba.
Mientras tanto el romántico joven decide que Florinda sea la dueña de su corazón y para conseguir su propósito resuelve raptar a la mozuela.
Fue una noche serena de plelilunio, mientras Domitila celebraba una sesión de brujería con sus congéneres en la desolada pampa de los verjetes, cuando el intrépido mozo penetra sigiloso al lugar oculto donde se encontraba su amada, ésta al verlo, lanzó un grito de espanto. Sabía que si su madre los sorprendía, el castigo sería terrible pero, el ágil mancebo echó los brazos al débil cuello de la núbil mujer embriagándome con sus caricias y, sin perder tiempo, la tomó entre sus brazos huyendo con ella, montando en su garboso corcel, amparado por las sombras de la noche.
Embelesados con el leve fulgor de la luna, henchidos sus cándidos corazones de alegría, volaron con dirección a Huacachina y, cuando estaban por salir de esos linderos iqueños, quedaron convertidos, él en arenisco cerro y ella en laguna. Fue la hechicera madre que, montada en su escoba dió rápido alcance a los fugitivos que, golpeándolos con su mágico objeto les contó la huída.
En noches de luna llena, en romántico coloquio, sobre las verdosas aguasde esa laguna, dos esplendorosos cisnes blancos aparecen arrullándose, dando muestra del más profundo y casto amor.
Orovilca, viene de dos quechuas: orjo, cerro y willca sagrado. Lugar o cerro sagrado.

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