Cuantas veces hemos admirado desde abajo el Cerro Saraja y hemos reafirmado su grandeza una vez que llegamos a su cima. Desde pequeños, los iqueños ascendimos a él durante paseos dominicales con nuestros hermanos, padres y/o amigos, sintiendo regocijo y felicidad al llegar a su cumbre, tocando la cruz de madera en lo alto y desde allí observando el panorama iqueño en todo su esplendor, el verdor del valle, el Templo de Luren, el Colegio San Luis Gonzaga, la Iglesia San Francisco y otros lugares apreciados y queridos por nuestros coterráneos.
Años atrás, muchos habitantes de Ica acostumbraban realizar competencias en la madrugada, para ver quién o cuál grupo era el primero en subir a Saraja.
Narración antigua y actualidad Una narración antigua, publicada en la Voz de Ica, explica cómo los escolares se dirigían a Sajara no sólo para regodearse jugando en los arenales, sino también para refrescarse en las aguas de su Laguna llamada también Saraja.
Actualmente, subir el Cerro Saraja sigue siendo posible y disfrutar de su grandiosidad, es igual; pero no podemos dejar de lamentar y no queremos callar lo que sienten los jóvenes y niños cuando suben a Saraja y ven que este imponente médano está ahora acordonado por casas que apenas dejan un angosto pasadizo para subirlo, observándose desde arriba la forma cómo va mermando la arena del Cerro de Saraja por uno de sus lados.
Depredación del Cerro Desde hace algún tiempo, el Cerro Saraja viene sufriendo la desmedida extracción de sus finas arenas por parte de inescrupulosos comerciantes de materiales de construcción, quienes provistos de camiones y volquetes de carga erosionan gravemente este histórico médano, elemento paisajístico de nuestra ciudad. Nadie supervisa la sistemática extracción de la arena, todos aquellos que tienen responsabilidad directa, permiten su depredación al mantener una actitud de silencio y haciéndose los "de la vista gorda".
Saraja es un inmenso médano de bellas y suaves arenas formadas desde tiempos inmemoriales -tal vez desde la misma aparición de los hombres en esta parte de lo que ahora se conoce como valles de Ica- por las migraciones sistémicas del efecto eólico.
Cerro Sagrado Para los antiguos iqueños fue un Cerro Sagrado, un Cerro al que nadie hubiera osado depredar y mucho menos retirar sus arenas o talar sus huarangos milenarios. La aparición de varios Pueblos Jóvenes -en las inmediaciones de la Urbanización Santa María y más recientemente, hasta en las mismas faldas del Cerro- ha permitido la construcción de pistas y caminos que ahora utilizan camiones y volquetes para retirar significativas cantidades de su arena.
El Cerro Saraja tiene especial trascendencia para la memoria colectiva y el imaginario de los iqueños. En él se sustentan leyendas que narran su origen o describen al misterioso Cerro de finas partículas de sílice.
Saraja mantuvo su encanto hasta inicios del siglo XX pero fue la mano del hombre la que extinguió la laguna que brotaba en su base y también hizo desaparecer la fauna silvestre que allí habitaba. En este Cerro histórico Fray Ramón Rojas fijó una cruz de madera en su parte más alta, para que protegiera a la Ciudad de Ica.
Cerro de Raíz Fija Este médano de arena supera los 350 metros de altura, dimensión similar a la de los cerros de Huacachina. Está clasificado por especialistas como "de raíz fija" y conserva una humedad interna, alimentada por aguas subterráneas. En su interior se produce un sonido que proviene del choque entre sí de las partículas que lo conforman, fenómeno acústico que se puede apreciar cuando se escala el lomo principal, el cual podría desaparecer de continuar esta depredación ambiciosa de atentar contra todo aquello que la naturaleza ofrece al hombre generosamente.
Es tiempo de que las autoridades responsables declaren al Cerro Saraja como espacio intangible y protegido de Ica.
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